QUERIDO PABLO

 Querido Pablo:

Ya hemos leído muchos artículos de cómo se produjeron los hechos de tu salida del Real Madrid. Hemos leído opiniones personales tanto a favor como en contra y hemos terminado por explicar nuestra versión. Hemos agradecido tus 11 años al frente del club y todos los logros conseguidos. No olvidemos, que solo Sergio Llull se ha mantenido mano a mano en la consecución de los 22 títulos logrados desde ese espectacular inicio en 2011. Durante años, cientos de jugadores y otros entrenadores han pasado por un equipo que ha cambiado de pabellón y patrocinador mientras el vitoriano ha continuado entrenado al Real Madrid. Once años donde, al menos, siempre se levantaba un título que ya descansa en la sala de trofeos del Santiago Bernabéu. Se han conseguido títulos inesperados y se han perdido muchos más claros por errores u ocasiones en partidos que siempre han generado debate. Han llegado los mejores jugadores del mundo que ahora están brillando en la prestigiosa NBA y has tenido que lidiar con otros jugadores que no han podido brillar como su estado prometía. Una cualidad que no escapa a los 18 canteranos que has hecho debutar en el Real Madrid durante tu trayectoria con más o menos implicación en el equipo y con una afición que siempre exigía más y mejor.

Pero, como te he dicho al inicio, no te voy a felicitar por tus logros, por tus 860 partidos y 33 finales de los 44 torneos oficiales disputados. No voy a recordarte los mensajes cariñosos de tu afición, de tus jugadores actuales y anteriores, ni del resto de equipos rivales que, curiosamente, les favorece tu salida para poderle pelear de tú a tú cualquier título oficial al Real Madrid. Todo eso ya lo hemos contado en Pobla FM, donde hemos compartido miles de palabras para agradecerte tu labor al frente del equipo blanco. En este humilde blog, quiero hacer otra cosa. Creé "Desde mí 21" como un claro objetivo de expresar toda anécdota o pensamiento personal que me surgía ahí, en mi asiento 21 del WiZink Center, donde solamente levantando la mirada, observaba tu aprobación o desesperación a cualquier momento de temor o duda que surgía mi cabeza mientras intentaba interpretar cada gesto o cada jugada para finalmente plasmarla en redes o en reuniones con amigos que, como nosotros, sufría por cada partido disputado de la competición que tocase. En mí asiento he podido aprender, comprender y disfrutar de un juego ávido de baloncesto, con jugadores del más alto nivel a otros que se han convertido en "leyendas" por el juego que les has enseñado. He comprendido que cada partido no deja de ser más que una oportunidad de seguir mejorando para llegar mejor posicionado a los días claves.

A vivir con la tranquilidad que ofrecías tras la marcha de jugadores claves o de lesiones importantes y aquellas situaciones que la gerencia o la economía no te permitía ejecutar. He llegado a amar tu manera de jugar, de compartir tus propias afirmaciones con los continuos símiles de la vida cotidiana, sin darte importancia a unos logros sobrehumanos que hicieron de tu juego el "showtime" para todos aquellos aficionados que volvimos a llenar las gradas del Palacio. En mí asiento 21, he reconocido tu firma y no concibo un baloncesto mejor, divertido y competitivo. Tras cada partido, de camino a mi domicilio, le daba vueltas al partido para ofrecer la mejor crónica posible a mis lectores y cuando me surgían dudas y no quería meter "la pata", buscaba tu resumen del mismo donde tantas veces hemos coincidido. Ahora un mes después de tu marcha, me vuelven a surgir las dudas que tenía ante tu llegada, pero en este caso porque ahora sí, falta el gran capitán de este transatlántico deportivo. Yo seguiré yendo al asiento 21 a ver al Real Madrid y aprendiendo de otros, pero me las seguiré contagiando para seguir toda tu trayectoria deportiva. Porque, querido Pablo, me has ganado de tal manera, que necesito más de un texto para darte las gracias por los once años que hemos compartido en las canchas. Mucha suerte coach y muchas gracias.

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